
@javiermayorca
Uno de los factores que hace recurrente a la incompetencia militar es el empeño de los jefes castrenses -y de los políticos que los auspician- en la aplicación de las mismas fórmulas cuyo fracaso ha sido evidente.
Esa insistencia en el error fue observada con claridad por Norman Dixon, hace ya muchos años, en un estudio sobre la incompetencia en los principales ejércitos del mundo. En el caso venezolano, pareciera que esta lección nunca fue aprendida. Y los uniformados fueron sumando fracaso tras fracaso. Pero estos eran producto del desempeño en áreas poco relacionadas con el quehacer de los cuarteles, puesto que las fuerzas militares venezolanas formadas desde 1958 nunca habían participado en combates con cuerpos armados más o menos organizados.
Habría que ver hacia otros ámbitos. En el plano de la seguridad ciudadana, por ejemplo, el general Reverol evidenció una especial incapacidad para detectar a tiempo la necesidad de rectificar. En la Memoria y Cuenta que presentó en 2016 insistía en aplicar los mecanismos para el control de la delincuencia vistos en 2015, con mucha “mano dura”, y el país cerró ese año con una de las tasas de muertes violentas más altas del mundo, superior a 91 por cada 100.000 habitantes.
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