
El ambiente económico de Venezuela de hoy es muy diferente al de hace unos 3 años atrás. No me refiero a la dura coyuntura que representa la pandemia, sino a lo que a libertades económicas se refiere. Cabe repasar en qué consiste la llamada flexibilización.
Si nos atrevemos a mencionar un año que represente un punto de inflexión, quizás 2018 sea el más adecuado. En agosto de ese año se anunció y se llevó adelante lo que se llamó el “Plan de recuperación económica”. Este plan vino de la mano con un cambio significativo de la aproximación del Gobierno hacia el empresario, la hostilidad disminuyó de manera significativa. Se abandonó, al menos parcialmente, la política de controles de precios, las fiscalizaciones y toma de inventarios desaparecieron casi por completo, sólo para nombrar algunos cambios relevantes.
Mucho se ha debatido sobre las razones que llevaron al chavismo a cambiar su postura controladora y agresiva hacia el empresariado. Algunos piensan que se debió a la destrucción económica y el agobio social producto de ello, y que por tanto debían aliviar tensiones en medio de un frágil escenario político. Otros le dan un rol protagónico a las sanciones, las cuales obligaron al Ejecutivo a torcer el rumbo económico. Y por último, hay un grupo que piensa que el chavismo se dio cuenta de los errores y de la inviabilidad de su modelo económico y por tanto la rectificación es genuina.
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