
Por Melinda Wenner Moyer
La mañana que Shelly Kendeffy recibió su segunda dosis de la vacuna de Moderna contra la COVID-19, se sintió bien. En la tarde, sintió el brazo adolorido y dolor corporal, y para la noche, tenía síntomas parecidos a los de la influenza.
“Los dientes me castañeteaban, pero estaba sudando… como empapada y a la vez congelándome”, contó Kendeffy, una paramédica de 44 años de State College, Pensilvania.
Al día siguiente, fue a trabajar y preguntó entre sus colegas —ocho hombres y siete mujeres— acerca de su experiencia con las vacunas. Seis de las mujeres tuvieron dolor de cuerpo, escalofríos y fatiga. La única mujer que no tuvo síntomas de influenza estuvo despierta vomitando gran parte de la noche.
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