
Nathalia Passarinho en BBC Mundo
Todas las mañanas, frente al lavabo del hospital, la pediatra de cuidados intensivos Cinara Carneiro respira profundamente, se detiene un minuto, intenta meditar mientras se lava las manos y comienza a ponerse la mascarilla, el gorro, los guantes y las capas de ropa protectora que lleva sobre su cuerpo.
Va a comenzar un turno de 12 horas en la Unidad de Cuidados Intensivos de covid-19 del Hospital Infantil Albert Sabin de Fortaleza, en el estado Ceará en el noreste de Brasil.
Allí están hospitalizados bebés, niños y adolescentes que luchan por su vida sin poder darle la mano a sus madres o padres.
Cinara intenta animar a estos niños, pero no puede ni siquiera sonreírles a causa de la máscara protectora.
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