
POR Hugo Prieto
¿Qué íbamos a imaginar, los que conocimos la tierra de nadie, que ésta se iba a tragar a la UCV? Ni en la peor borrachera. Ahora, que las universidades autónomas son pueblos fantasmas, el gobierno del señor Nicolás Maduro ordena -mediante una mera instrucción- que se congele el cobro de la matrícula en las universidades privadas. Lo que está en juego es su propio funcionamiento.
La instrucción viene además acompañada de una orientación política, definida exclusivamente por el Gobierno. La supuesta necesidad de orientar la oferta académica hacia 15 carreras tecnológicas que contribuyan a aumentar la producción industrial y de alimentos en un país quebrado. Imponer, instruir, ordenar. No será un modelo democrático sino totalitario.
Benjamín Scharifker* tiene mucho que decir acerca de estos temas.
El anuncio del Gobierno de congelar la matrícula universitaria, ¿qué implicaciones puede tener?
Como cualquier otra institución, la Universidad tiene costos. Uno de ellos, el principalísimo diría yo, es el talento. Si no podemos afrontar el costo del talento, la Universidad no puede funcionar y el talento está representado, fundamentalmente, por los profesores, pero también por los estudiantes y el personal administrativo que pueda garantizar una serie de servicios. Hay que tener la posibilidad de ofrecer becas, todo tipo de orientaciones, opciones culturales, deportivas, para no hablar de las inversiones que hay que hacer para crear el conocimiento que pueda ser transferido a la sociedad. Entonces, si no tenemos la posibilidad de compensar los costos, que son necesariamente elevados, a través de ingresos, la institución colapsa y sencillamente no puede funcionar. Se afecta, en primer lugar, al sector universitario, pero también a la sociedad en su conjunto.
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