
Por Sebastián de la Nuez en La Gran Aldea
La película Fresa y chocolate fue una bofetada al régimen castrista, testimonio del sufrimiento gay que casi se lleva el Oscar a mejor película del ‘94. El caso Reinaldo Arenas también se popularizó a través de una película, Antes que anochezca. El machismo convertido en política de Estado es otro aprendizaje de los chavistas adoctrinados en Cuba, viene aparejado a las formas de la tortura y la discriminación.
Es otro síntoma del atraso mental de unos individuos que crecieron y se hicieron del poder al amparo de Hugo Chávez, el recio comandante que leía con fruición El oráculo del guerrero. Eso fue en los primeros años de su mandato; en ese tiempo ya Boris Izaguirre era una estrella en la televisión española y en un programa apareció leyendo algún párrafo del librito de cabecera de Chávez, para luego exclamar, alborozado: «¡Esto es una mariconada!».
Hay que atender a Boris cuando expresa un criterio de tal naturaleza. El régimen chavista, con Chávez y también con Maduro, o sobre todo con Maduro, ha tenido, entre otros, dos elementos que lo definen: Homofobia e hipocresía respecto a la igualdad de género. Sus mujeres han sido encargadas de las tareas más viles y ruines dentro del régimen, las que quizá ningún macho tuvo la suficiente desvergüenza como para llevar a cabo o continuarla hasta más allá de la última raya. El caso de la presidenta por muchos años del CNE, sin ir más lejos.
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