
Las dificultades experimentadas en los últimos meses permitieron reafirmar el papel importante que cumplen las muchas experiencias culturales que habitan en nuestra cotidianidad. Como una válvula de escape, los videos virales en las redes, las series vía streaming, las historias sonoras en clave de pódcast, las nuevas narrativas en formato videojuego o las novedades del mundo literario permitieron aliviar la presión que el confinamiento ejerció sobre la mente y el espíritu. Tal hecho renueva la necesidad de un periodismo más conectado a lo humano, disruptivo y diferente, que trascienda a las producciones de las industrias culturales que habitualmente llenan las secciones especializadas de los medios, y permita navegar el gran océano de piezas y manifestaciones, que aunque desligadas de las grandes marcas, son de enorme valor.
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