«Todo el país estaba pendiente de las telenovelas», recuerda la veterana actriz Carmen Julia Álvarez.
Después de más de 60 años en la interpretación, ella es una de las que guarda memoria de la edad de oro de los culebrones, esas interminables series televisivas que se convirtieron en el entretenimiento nacional en Venezuela y en una fórmula exportada a decenas de países.
Pero, como muchas otras, esa es una de la industrias que quedó prácticamente desmantelada tras el triunfo de la llamada Revolución Bolivariana liderada por Hugo Chávez y continuada por su sucesor en la presidencia, Nicolás Maduro.
En la era de Netflix y del consumo masivo de ficción audiovisual bajo demanda por internet, los sobrevivientes en Venezuela de aquel negocio buscan contra viento y marea hacerse un hueco en ese reñido mercado global.
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