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RÍO DE JANEIRO — El 7 de noviembre, Augusto Nunes, un crítico de extrema derecha y simpatizante de Bolsonaro me atacó físicamente en un estudio de televisión y radio en São Paulo mientras estábamos al aire.
Este es el ejemplo más reciente y quizá el más vívido de cómo el movimiento de Jair Bolsonaro está asediando, amenazando y sometiendo a violencia a los periodistas y las organizaciones noticiosas en Brasil por el solo hecho de hacer nuestro trabajo.
El episodio ilustra el riesgo que corren la libertad de prensa y el orden democrático en Brasil —no solo con palabras sino también con violencia— a causa de este movimiento autoritario que ahora ostenta el poder en el quinto país más poblado del mundo.
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