Por Leonardo Padrón
Quizás este ha sido uno de los roles más inesperados que he tenido alguna vez: ser presidente del CPC durante el lapso 2014-2017. No estaba en mis propósitos. Pero tocó. Todo un desafío que espero haber honrado. La meta era reavivar nuestro propio ámbito, puertas adentro. Generar tertulias en procura de información privilegiada con los protagonistas del momento político. Interpelarlos en un tiempo tan convulso e incierto del país. Se procuró multiplicar los foros de discusión. Reunirnos con políticos de distinta ideología, empresarios, analistas, intelectuales, consultores. Gente en el ojo del huracán. Gente que debía contrarrestar los demonios de un país sin brújula. Procuramos también incorporar sangre fresca a nuestras filas. Otorgarle visibilidad al CPC generando eventos públicos que conectaran con las necesidades de información de la gente. Abrir un chat interno para una comunicación cotidiana y directa entre los miembros del club. Eso, en un inventario rápido. Sin duda, otros objetivos y entusiasmos se nos quedaron en el tintero. El CPC reúne a muchos de los mejores y más calificados periodistas y comunicadores del país. No es poca cosa. En un tiempo tan complejo y turbio, marcado por tribulaciones y desesperanza, y por un cerco salvaje a la libertad de expresión, el rol de los miembros del CPC exige aún más compromiso y protagonismo. Estoy convencido que esta nueva etapa, en manos de María Fernanda Flores, será de mayor crecimiento y fortaleza. Vienen tiempos mejores en el CPC, se avecinan más propuestas y formas de participación en los avatares del país. Tiempos de mucha responsabilidad y rigor en nuestro oficio. ¡Salve Reina!